viernes, 6 de enero de 2017

PODCAST BAJA FRECUENCIA RÀDIO P.I.C.A. - PROGRAMA 78 - ESPECIAL MAURIZIO BIANCHI PARTE 1



Hay figuras que con el paso del tiempo, la pujanza de nuevas escenas que retoman el pasado y artistas seminales de aquella época, vuelven a ganar presencia al aparecer en muchas de las reseñas de estos artistas o al citar sus influencias. Una de esas personalidades que nos ha ido acopañando estos años ha sido la del italiano Maurizio Bianchi. Sus técnicas y obras, han estado presentes en la estructuración del lenguaje desde músicos que pivotaban en la oscuridad ambiental y un sonido decadente como los que han buscado esa sombra la década pasada desde el noise y el drone experimental hasta las continuas derivaciones que nos llevan a la cruzada con rítmica techno desde Sandwell District, pasando por Vatican Shadow y ese largo etcétera que retoma postulados de la primera etapa de la música industruial. De hecho, Fernow es quizás uno de los artistas presentes que ha sabido interpretar mejor los patrones de Bianchi, como gesto la reedición en 2007 en su sello Hospital de uno de sus discos emblemas de la primera época como “Symphony for Genocide” , orginalmente publicado en 1981. Un gran número de artistas que podrían tener cabida en estas comparaciones, aunque es el momento de sondear sus huellas con mayor profundidad para tomar una perspectiva mucho más apropiada de su figura.

Bianchi nació en 1955 en la norteña Pomponesco, una comuna en la provincia de Mantova, y comenzó su andadura en una etapa marcada por el punk y la música disco, culturas también presentes en Italia (como no recordar el italo-disco). Momentos económicos y sociales confusos y donde se vió envuelto por las premisas de una generación que trataba de reaccionar ante una visión inhumana y conformista. Esta fracturación y respuesta entendida según Bianchi, se traducía en una música cuyo espíritu deambulaba entre la desintegración sonora para alcanzar su sello distintivo y personal, alejándose de los grandes canales de comunicación y el trato de la música como producto capaz de ginerar ingresos económicos por encima de cualquier otra consideración artística. Sus primeros experimentos musicales nunca llegaron a ser documentados y según él, se trataban de experimentaciones con guitarra acústica de cuyos recuerdos tan solo prevalecen en lo que él denomina su “arcaica memoria”. Aunque admite tener entre sus gustos la música beat, sonoridades decadentes, cósmicas, el punk, electro-pop o el ruido, revela interés por facetas más experimentales y electroacústcias del momento, aunque tampoco se confiesa seguidor de los estandartes propios de la época como  Reich, Young o Riley. Se confiesa atraido por los trabajos de Pierre Henry, Schaeffer  y Luc Ferrari, aunque las similitudes con ellos las define como “coincidencias degenerativas”.

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