lunes, 19 de enero de 2015

PODCAST PROG. 51 DE BAJA FRECUENCIA EN RÀDIO P.I.C.A.: ESPECIAL RAYMOND SCOTT



La música de Raymond Scott es uno de los sonidos más revolucionarios del siglo XX. Raymond comenzó haciendo jazz en los años 30. Con su grupo, The Raymond Scott Quintet, revolucionó las listas de éxitos mientras los sesudos críticos lo despreciaban por su osadía de hacer una música con humor. El sonido de Scott era sin duda difícil de catalogar, algo entre el jazz y el pop con una estructura anárquica e inesperados giros de ritmo. Tan distinta era la música de Scott que fue la banda sonora predilecta de los dibujos animados de la Warner, quienes adaptaron a Scott en 120 cortos de Bugs Bunny, el pato Lucas y otros personajes. Scott siguió sonando en dibujos como Rem & Stimpy o los Simpson. El mundo irreal de los dibujos animados era el mejor escenario para la locura de la música de Scott, quien solía titular sus temas con extravagantes nombres como Dinner Music For a Pack of Hungry Cannibals (Música de Cena Para una Manada de Caníbales Enfadados) o New Year's Eve in a Haunted House (Año Nuevo en una Casa Encantada). El estilo aparentemente enloquecido de Scott era todo lo contrario, lo que él llamaba jazz descriptivo reducía al mínimo la improvisación. Esto significaba en la práctica que Scott veía a sus músicos como meros instrumentos que le posibilitaban hacer música, y los tiranizaba, haciendo repetir y ensayar hasta conseguir lo que él pretendía. Perfeccionista hasta la extenuación y un tirano en potencia, los músicos no aguantaban mucho en su grupo y salían echando pestes de él. En aquel entonces era compositor, director de orquesta y pianista, pero se había encontrado con un leve estorbo en su camino a la perfección, sus músicos eran humanos y pensaban por sí mismos.

Pronto pudo subsanar este ligero inconveniente, sustituyendo a sus músicos por máquinas. Scott se convirtió de esta manera en uno de los pioneros de la música electrónica en los años 50 y 60, además de ingeniero e inventor. Scott inventó un reloj con alarma con voz, alarmas, sirenas y timbres, joyas electrónicas, cocteleras electrónicas, juegos electrónicos para niños y adultos, pero sobre todo dedicó su inspiración a la invención de instrumentos que posibilitaran a su música llegar a donde los humanos no parecían poder llevarla. Entre los instrumentos que inventó destaca el Clavivox, un primitivo sintetizador, el Electronium, que era una máquina capaz de componer música secuencial, la Videola, que le permitía componer música sincronizada con imágenes en movimiento, el Karloff, que generaba efectos de sonido... todos estos instrumentos hicieron que Scott se centrara a través de su empresa Manhattan Research Inc. en la composición de música electrónica para empresas. De este modo Scott se centró en la publicidad como salida para su música, aunque editó algunos discos, tres de ellos dedicados a bebés, con música electrónica minimalista pensada para estimular a los pequeños. Scott se volvió cada vez más hosco y receloso hacia otros músicos, con la obsesión de que todo el mundo quería robarle sus ideas y su música. En lugar de abrirse a compartirla prefirió encerrarla en su enfermiza y genial cabeza. Todo esto no le impidió colaborar con un joven Jim Henson, antes de que éste se hiciera mundialmente conocido con sus Teleñecos, componiendo música para sus cortos experimentales. También trabajó para el fundador de Motown Records, Berry Gordy, cuando éste le contrató para que se encargase de la división electrónica de la compañía. La música de Scott, tanto en su etapa de jazz experimental, como en su faceta de inventor y pionero de la música electrónica, es un capítulo apasionante del pasado siglo, y Scott es un claro precedente de genios como Frank Zappa o Devo. Incluso podríamos invitarlo a cenar, arriesgándonos a su despotismo, pero creo que nos habría dado plantón y se habría quedado frente a una de sus máquinas raras inventando nuevos ruidos.